jueves, 5 de marzo de 2009

Cumbias, polkas y balazos...




Recientemente el Premio Herralde de Novela fue otorgado a Daniel Sada por su novela Casi Nunca, obra elegida entre 244 trabajos recibidos. En esta ocasión el libro que obtuvo el galardón español tiene, por varias razones que explicaré párrafos más abajo, profundas resonancias coahuilenses. Mientras tanto hay que decir que el Premio Herralde lo han obtenido con anterioridad autores como Juan Villoro (por El Testigo) y Sergio Pitol (por El Desfile del Amor).
Nacido en 1953, Sada escribe ensayo, poesía, cuento y novela. Ha sido definido por la crítica como un “escritor poliédrico” y un “formalista riguroso”. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores y del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y obtuvo el premio Xavier Villaurrutia en 1992. Entre sus obras se pueden mencionar Lampa vida, Albedrío, Juguete de Nadie y Otras Historias, Una de dos (que fue llevada al cine con una magnífica actuación de Tiaré Scanda), Luces Artificiales, Ritmo Delta y Porque Parece Mentira la Verdad Nunca Se Sabe.
Una de las características más notables de este autor es que obtiene un equilibrio entre la forma y el fondo a partir de una estrategia que estamos más acostumbrados a encontrar en los poetas. Escribe narrativa con métrica. Si uno escucha la prosa de Sada, rápidamente se da cuenta de que está armada en pequeños tramos de ocho sílabas, aunque no estén dispuestos visualmente los grupos de sílabas como tales. Es importante rescatar esto no sólo porque lo revela como una pluma preocupada por la palabra, también porque el octosílabo es la base de nuestra habla popular: muchas de las frases que utilizamos a diario están formadas por ocho sílabas. Para disipar cualquier duda al respecto, basta analizar la letra de casi cualquier corrido. (Estos eran dos amigos/ que venían de Mapimí…)
Sada, quien se ha definido a sí mismo como “un autor coahuilense” (pues a pesar de haber nacido en baja California creció en Sacramento), presentó la novela a concurso bajo el seudónimo de G.D Fanance. Casi Nunca retrata una relación amorosa a tres bandas entre un ingeniero agrónomo, una prostituta y una ilustre señorita. Ilustre señorita que, por cierto, vive en Coahuila, hasta donde debe viajar Demetrio, el protagonista, para visitarla.
No es la primera vez que nuestro estado forma parte de la narrativa de este autor: Una de dos, novela que ya mencioné, tiene como contexto el pueblo de Sacramento, Coahuila, en donde se desarrolla la acción. Y muchos de sus cuentos tienen como escenario poblaciones de nuestro estado: Nadadores, Charcos de Risa, el propio Torreón. Y apenas en octubre pasado, durante la Feria del Libro de Saltillo, Sada dio a conocer que su volumen de cuentos Registro de Causantes será reeditado dentro de la colección Siglo XXI Escritores Coahuilenses.
Transcribo, para cerrar esta primera columna de 2009, el primer párrafo de “La cárcel posma”, cuento incluido en Antología Presentida, una recopilación de cuentos del autor que hoy nos ocupa publicada en diciembre de 1993 por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Me parece más que oportuno porque no sólo es un ejemplo de lo que escribe el Premio Herralde 2008, también pudiera ser una crónica del Torreón que vivimos a principios de 2009. Es notable cómo la forma de ocho sílabas le da ritmo al texto, pero el autor no se limita a eso: recrea giros en el habla popular, rescata usos que son naturales de nuestra región, retrata espacios emblemáticos y personajes bien conocidos. Va, sin más presentaciones, el párrafo:
“Torreón o como antes le llamaban ‘Donde se cruzan las vías’, allá en el siglo pasado era una estación de tren. Claro que en la actualidad hay industrias y comercios, ¿progreso? ¿relajamiento? Televisión en inglés. Agua en tubos dizque pura. Mucho cine descarado y demasiadas mujeres que bien pudiera decirse: son las flores del desierto. De esto último ni hablar, brotan como palomitas, la única diferencia es que ¡ya usan pantalones! También se han multiplicado los tramposos del dinero y los que se vuelven locos. Abunda la delincuencia junto con la borrachera y se oyen por todas partes cumbias polkas y baladas”. Y balazos, agregaría yo.

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