lunes, 6 de enero de 2014

Recuerdos de Mazatlán



Entre las lecturas pendientes me he topado con un libro que hace unas semanas me hizo llegar Jaime Muñoz Vargas, Director de Cultura de Torreón. Se trata de Morena de Mar, primera novela de Daniel Lomas, publicada por el ayuntamiento dentro de la colección La Calor. Del autor sabemos que nació en Torreón en 1978, que estudió Derecho, que creaciones suyas forman parte de diferentes antologías cocinadas en el desierto coahuilense y que ha publicado el poemario Una Costilla Individual (colección Arteletra, 2012).
Si tuviéramos que resumir la novela en tres o cuatro líneas, podríamos decir que en poco más de cien páginas, Morena de Mar cuenta una historia redonda: el despertar sexual de un veinteañero que viaja a la playa con su padre, aunque las circunstancias lo llevan a pasar un par de días con Matilde, guapa señora de cuarenta y tantos años. Mazatlán se convierte en un caldo de cultivo perfecto para dos soledades que se encuentran. Dos cercos que se rompen: el duelo que Matilde carga tras la muerte de su madre, la timidez que le impide a él retozar con muchachas de su edad.
  Pero esta primera novela no se limita a un recuento de anécdotas con fondo tropical. La historia, que en otras plumas daría cuando mucho para un manojo de cuartillas, ha sido muy bien desmenuzada por Lomas hasta convertirse en una novela corta. 
Los detalles del fugaz ligue mazatleco llegan hasta nosotros por un narrador que evoca los hechos más de veinte años después de ocurridos: el protagonista mismo. Aquel joven que se enamoró como un becerro es un hombre maduro al momento de contar la historia. En esa distancia está el secreto de esta novela: Daniel Lomas ha sabido sacarle jugo a esa sensación de extrañamiento que se apodera de nosotros cuando recordamos días tan lejanos que difícilmente nos reconocemos al vernos en eso que García Márquez llama “el espejo roto de la memoria”: el protagonista habla de sí mismo como si se tratara de otra persona, el viejo se anima incluso a discutir con el jovencito que fue y por qué no, a envidiarlo. Un párrafo de la página 45 ilustra muy bien a qué me refiero: “Así que el chico se reanimó al instante. Qué mejor augurio puedes esperar que el hecho de que ella desee salir contigo. Y al tiempo que íbamos bajando las escaleras, yo detrás de ella, uno o dos peldaños atrás de ella, se me llenaron los pulmones de felicidad…”.
Conforme avanzan las páginas, los lectores advertimos que detrás de la cansada voz del narrador hay un misterio, intuimos una vida tortuosa y llena de decepciones. Su vida no ha sido lo que esperaba. Es precisamente ese juego de ida y vuelta entre las decepciones del narrador maduro y las expectativas del joven protagonista lo que convierte esta novela en un relato memorable, cálido, muy bien logrado. Somos testigos de los esfuerzos de un hombre maduro que intenta conservar la poca ingenuidad que le queda, pero ésta amenaza con escapársele como arena entre los dedos. “Tendré que obligarme a ser osadamente honesto”, confiesa el narrador en la página 90. Son precisamente estos arranques de honestidad los mejores pasajes del libro.
Coincido con el comentario de la cuarta de forros de este libro: Daniel Lomas es un autor lleno de malicias literarias, del que cabe esperar en el futuro logros literarios cada vez más altos.
Morena de Mar está disponible, sin costo, en la Dirección de Cultura de Torreón (Matamoros y Colón). Ignoro si los ejemplares de cortesía se habrán terminado ya. Si acaso quedan algunos, no tardarán en agotarse.