jueves, 24 de abril de 2008

Contraverano: oficio de sombras

Contraverano


Así como aquellos que sufren una amputación se quejan de dolores o cosquilleos en el brazo que no tienen, quienes dejan la tierra natal tardan mucho en dejar de sentir las calles de su ciudad. Contraverano, de Mijail Lamas, es resultado de ese desarraigo: lejos de su ciudad, el poeta sigue habitándola. Sin embargo no cede a las trampas de la nostalgia para armarse una mitología de bolsillo. No es una ciudad perfecta la que construyen los poemas de Mijail, sino un espacio de aprendizaje donde hay que abrirse paso entre la generosidad de pocos y la mezquindad de muchos.
Nacido en Culiacán, Sinaloa, en 1979, Mijail estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad de Sinaloa. Es autor, además, del poemario Fundación de la casa (publicado en 2007 por Ediciones sin nombre). Fue becario por dos períodos de la Fundación para las Letras Mexicanas, y actualmente lo es por Fondo para la Cultura y las Artes de su estado natal. No conforme, constantemente está realizando traducciones de poetas contemporáneos portugueses.
Contraverano es lo opuesto a la nostalgia. Es un exorcismo poetizado que responde a la relación sombra-vicio-amargura que ha llenado momentos clave de la poesía occidental por razones casi obvias. En la poesía de Lamas los sustantivos luz, sol, color y claridad son presencias indeseables porque se apropian de todo hasta consumirlo. Es el poeta, ese oficiante de las sombras, quien aspira a rescatar algo de las cenizas. Podríamos decir incluso que en una primera instancia, la oscuridad de la tinta cobra sentido porque vence a la blancura del papel.
Estudioso del metro clásico y lector también de la poesía de última generación, Mijail Lamas echa mano de las posibilidades de ambas para crear trabajos que se defienden con la sencillez de lo bien hecho. Para conjugar elementos dispares el joven poeta cuenta con el arsenal de recursos y herramientas retóricas que ha acumulado entre lecturas, traducciones y talleres. Así lo demuestra, por ejemplo, cuando escribe: “La fiebre es el verano del cuerpo/ deja quebrado el árbol que nos mantiene en pie/ y hace nacer una flor de sangre entre los labios”.
Pero no terminan allí las búsquedas de Lamas. En sus poemas apela al edén subvertido de López Velarde, pero también a la música de Ramón Ayala; sus versos citan la poesía de Antoni Marí, pero no olvidan que la carne está en el asador. Así, el poeta pone en práctica lo que Octavio Paz definió en El arco y la Lira. Que la llamada técnica poética no es trasmisible, porque no está hecha de recetas sino de invenciones que sólo sirven a su creador. El poema no es una forma literaria sino un lugar de encuentro entre la poesía y el hombre. Publicado bajo el número 349 del Fondo Editorial Tierra Adentro, Contraverano se consigue en las librerías del Conaculta.

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