Hace unos días, Saúl Rosales presentó Un año con el Quijote. Aunque el libro es de reciente aparición, lo leí hace tiempo, pues hará más o menos un año que Saúl tuvo la confianza de pedirme que lo registrara en las oficinas del Instituto Nacional de Derechos de Autor. Para quienes no se mueven en el oficio, quizá suene extraño que un autor le pida a otro que le registre una obra, pues dice un refrán que el caballo, la mujer y los manuscritos literarios sin registrar jamás se prestan. Pero en realidad este tipo de encomiendas, entre amigos y colegas, son muy naturales.
Para hacerlo era necesario que el autor remitiese dos ejemplares del manuscrito. Pero en lugar de dos, recibí tres copias, una de ellas dedicada por Rosales, a quien considero mi maestro desde hace quince años. Me enfrasqué de inmediato en el texto, que es una muestra más de la habilidad que Rosales tiene con la palabra.
Una característica de los clásicos es que cualquiera puede leerlos y sacará de sus páginas conclusiones personales. Quizá se reconocerá en alguno de los personajes, o vivirá como si fuesen propias las situaciones que se narran. Pero así como no cualquiera sabe sacar vino de las uvas, tampoco es sencillo asimilar en toda su potencia las propuestas que Cervantes lanza al mundo disfrazadas de las ocurrencias de un loco. Rosales lo logra con creces, y eso es una razón más que válida para leer su libro, que es una guía para adentrarse en el follaje de la primera novela moderna.
Pero hay más: el loco de La Mancha es apenas el trampolín que Rosales toma para desarrollar ensayos breves que van desde la ética del periodista (que debe ser parecida a la del caballero andante), hasta recomendaciones para los políticos de aquí y de ahora, basadas en los consejos que Don Quijote le da a Sancho para gobernar la ínsula de Barataria. El autor de Autorretrato con Rulfo hurga en la dimensión humana del Quijote y lo descubre lleno de fallas pero idealista; irascible pero leal, loco pero noble. Es decir, una persona más que un personaje. Así pues, este libro es un diálogo con el pasado, y también con el presente que vivimos.
El peor en transparencia
Esta semana, la consultora Aregional dio a conocer el “Índice de transparencia y disponibilidad de la información fiscal de los municipios 2010”, que evalúa la transparencia la transparencia de gasto, ingresos y rendición de cuentas en todos los municipios del país. Fue nota en todos los diarios de la nación.
De todo México, el Gobierno Municipal de Torreón fue el peor evaluado con un rango de 4.50 puntos, en donde 100 puntos es la base máxima de calificación. Y luego me mandan preguntar por qué escribo lo que escribo…
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