viernes, 26 de febrero de 2010

Charla en Minería con Nadia Villafuerte



El sábado 27, a las 13 horas, en la Feria del Libro del Palacio de Minería, tendré el gusto de charlar con Nadia Villafuerte, autora de ¿Te gusta el látex, cielo?. Más que ofrecer un mundo ensamblado y sin fisuras, los relatos de Nadia nos revelan el contexto contradictorio e inestable en el que nos movemos todos los días. Para narrar ese mundo crea estructuras complejas, busca adjetivos, acomoda acentos, cuenta sílabas. Así logra construir relatos con ritmo, musicalidad, hechizo.
Dediqué a su libro más reciente mi columna semanal del sábado 7 de marzo de 2009. Transcribo un párrafo: “la autora retrata con enorme habilidad el interior de sus personajes, su complejidad enraizada en conflictos interiores. Esta complejidad no se traduce sólo en palabras, sino en pequeñas acciones, detalles en apariencia insignificantes y que no obstante, dejan entrever por un instante el iceberg. ¿Te gusta el látex, cielo? contiene diez relatos incisivos escritos con un estilo frenético y brutalmente lírico que genera adicción. Máquinas perfectas que asimilan por igual a Sófocles que a Raymond Carver, los diez relatos son protagonizados por personajes que avanzan hacia el dolor al pretender huir de él. Sin temor a exagerar, un libro imprescindible”.

lunes, 1 de febrero de 2010


"Hace ya tiempo descubrí, no sin sorpresa, que los azares del periodismo me acercaban con insistencia al tema de la muerte. Hacia 1965 supe, en Hiroshima y Nagasaki, que un hombre puede morir indefinidamente y que la muerte es una sucesión, no un fin.
Años más tarde la conocí como un desafío a la omnipotencia del cuerpo: Macedonio Fernández, para quien el cuerpo era una metáfora de la que no lograba desasirse, triunfó sobre él mediante una paciente labor de ocultamiento; Felisberto Hernández, que había atribuido a a cada parte del cuerpo una vida separada, sólo pudo superarlo cuando se atrevió a manifestarlo por entero, de una manera excesiva. De otros maestros -Buber, Saint John Perse- aprendí que no hay cuerpo ni muerte, y que las rebeliones contra ellos siempre son estériles...". (del prólogo a Lugar común la muerte)
Descanse en paz Tomás Eloy Martínez.