Una propuesta recurrente cada 23 de abril es liberar un libro, es decir, dejarlo en una banca, regalarlo, intercambiarlo: propiciar que sea leído. Como sugerencia pongo sobre la mesa un magnífico volumen de cuentos: El libro perdido de Henrich Böll, de Liliana V. Blum (editorial Jus, 2008). La recomendación no podría ser mejor porque el hilo que conecta las seis historias que conforman el volumen es precisamente un libro que a lo largo de 86 páginas es olvidado, regalado, enviado, leído, citado y rayado por mujeres en diferentes circunstancias.
Liliana V. Blum perfila muy bien a sus personajes a través de sus acciones, pues más que explicar, al actuar plantean enigmas. ¿Por qué Helen fuma como desesperada? ¿Por qué, si no le motiva su trabajo, quisiera trabajar aún en sus días de descanso? ¿Por qué Allison Moore está tan nerviosa en su clase de literatura alemana? ¿Qué fue de la hija de doña Cande? Con un profundo conocimiento de sus personajes, la autora parece seguir el consejo de Juan Rulfo para cualquier narrador: imagina a un personaje en todos sus detalles, échalo a andar y síguelo…No obstante, una relectura nos permite ver que los cuentos están trazados con premeditación, cortados y ensamblados con mucha habilidad, logrando una gran pieza. Por cierto, hace dos años exactos encontré este libro afuera de Bellas Artes, en una banca. Y no, no pienso soltarlo.