Estalló el escándalo: la revista Forbes incluyó en su lista más reciente de multimillonarios a Joaquín "El Chapo" Guzmán. ¡Ave maría purísima! ¡Un criminal! "¿a dónde hemos llegado?", dirán algunos. "¿Qué te pasa?, está bien", responderán otros: "hay que ser realistas, el señor crea muchos empleos". Las voces van y vienen, y por todos lados saltan argumentos de por qué sí o por qué no debe incluirse a Guzmán en la lista.
No voy a dar aquí razones en favor o en contra: sólo quiero señalar la rapidez de reacción de los informadores mexicanos. Con el grito en el cielo han señalado que si los editores e investigadores de Forbes tienen datos privilegiados, deben compartirlos con el Gobierno de nuestro país. Bien visto, el asunto revela una de esas extrañas realidades a las que nos hemos acostumbrado a fuerza de convivir con ellas: medios atacando a otros medios en defensa de quién sabe qué interés, usando como pretexto la soberanía y la defensa del Estado de Derecho. Me parece que los medios olvidan que, cuando son ellos quienes ven sus intereses lastimados, son los primeros en defenderse bajo la bandera de la libertad de expresión.
Sin ir más lejos, ayer por la mañana escuché, en un programa chacotero e informal que se etiqueta a sí mismo como noticiero (se llama el Matutino Express y pasa por el canal cuatro de la Ciudad de México) que un tal Esteban Arce decía que CNN es la vergüenza del periodismo mundial por la facilidad con que manejan la información para favorecer sus intereses. Obviamente, el señor Arce olvidó bajo qué señal transmite, y se olvidó también de la basura de noticiero que conduce (la única que se salva es Claudia Quijas, bella y profesional). Qué forma de escupir hacia arriba de un noticiero televisivo que ostenta el chacoteo y la burla como su principal oferta.
Lo que también olvidan la mayoría de los comunicadores del país -y de muchas otras latitudes- es que en años pasados dicha lista ha sido digna de toda confianza, aunque bastase un poco de sentido común para darse cuenta de que las afirmaciones de la revista no se sostienen. ¿Cómo hicieron hace tres años los investigadores para calcular la fortuna personal de Fidel Castro en 550 millones de dólares? Como entonces se trataba de linchar al mandatario cubano, la revista fue citada como una sólida fuente: si lo decía Forbes, debía ser verdad que Castro era el séptimo mandatario más rico del planeta.
Voy al grano. Resulta sintomático también que haya provocado más ruido la inclusión de Joaquín Guzmán en la lista de multimillonarios que otro hecho ocurrido el pasado 5 de enero: el New York Times publicó un anuncio en su portada. Si bien este periódico insertaba desde 2006 anuncios en las portadas de su sección de negocios, no lo había hecho jamás en su carátula principal. También hay que tener presente que a fines del año pasado el diario neoyorkino reveló que nuestro compatriota Carlos Slim compró, ni más ni menos, 6.4% de las acciones del rotativo. En otras palabras: es evidente que los medios impresos están buscando alternativas para capotear la crisis.
El primer anuncio que aceptó el New York Times fue de CBS Corp., a ocho columnas, a todo color y en la parte inferior. Otros diarios norteamericanos que ya incluyen anuncios en su primera página son el Wall Street Journal, USA Today y el International Herald Tribune, del que es dueño The New York Times Co.
Me pregunto entonces si la inclusión del señor Guzmán no está más motivada por la necesidad de ingresos que por la vocación informativa. Quién cree la hipótesis de los editores ingenuos, que no sabían las implicaciones y reacción de incluir un simple nombre en este número.
Eclipsados por la discusión en torno al señor Guzmán, el resto de los números que ofrece Forbes también son interesantes:
Vivimos hoy por hoy en un planeta con menos multimillonarios (exactamente 793 contra 1,125 que había en 2008). También en un planeta con menos mujeres multimillonarias (72 contra las 99 que contabilizó la revista el año pasado). Por último, destaca que la edad promedio de los millonarios es 63.7 años. Mi padre tiene 62. Le quedan, ni más ni menos, 1.7 años para hacerse multimillonario en dólares. ¡Ánimo, jefe!