martes, 7 de febrero de 2012

Lo que nos toca






Desconfío, de entrada, de cualquier candidato que no me exija poner algo de mi parte para sacar adelante al país. Desconfío de los candidatos que me prometen más empleos, salud y educación, a cambio de tachar una boleta.






Desconfío de cualquier candidato que no se atreva a reconocer que el tema del narco es mucho más complejo de lo que parece, pues terminar de un día para otro con el negocio de las drogas podría desequilibrar la economía nacional. Desconfío de los candidatos que promueven una visión limitada, maniquea, que nos dicen "los buenos somos más" y olvidan que en estos temas no sólo entra en juego la bondad, sino la necesidad, la ignorancia y la marginación. Desconfío de los candidatos que, usando una frase rimbombante, prometen educación de calidad y no tienen el valor de decir que en México el sistema educativo está secuestrado por un sindicato cuyos intereses están lejos, lejísimos del conocimiento y el estudio. Que el sistema educativo está en ruinas porque hay cientos, miles de universidades privadas con programas deficientes, sin investigación, repartiendo títulos como si fueran estampitas. Desconfío de los candidatos que no se atreven a decir que el presidente ya no es el mandamás.


Lo malo es que esos candidatos son mayoría, en el afán por conquistar el voto prometen lo que sea. Lo malo es que nuestro sistema de partidos es un reality show donde el más simpático -no el más apto, ni el más preparado- se lleva el premio. Un candidato que nos diga que tenemos parte de la culpa de este caos sería sumamente impopular, como lo sería también un candidato que nos recordara que en las acciones de todos los días se amalgaman las políticas públicas y nuestras decisiones privadas. Votar por quien promete soluciones mágicas es endosarle la responsabilidad a otro. Una forma de comenzar a sentar las bases para un México distinto sería identificar qué deberíamos aportar los ciudadanos para atenuar la corrupción, para ser más productivos, más críticos. Eso, hay que decirlo, difícilmente nos lo van a decir en un spot o en un volante.


Una cosa más: en política, dice un refrán, la forma es fondo. Y las formas con que se conducen los precandidatos de todos los partidos dice mucho acerca de ellos. Para muestra pongo sobre la mesa el caso de las precampañas: mucho se dijo que era necesario legislar al respecto con el propósito de no enrarecer el ambiente político del país, y de "no poner en riesgo la equidad en la contienda". Sin embargo, prácticamente todos los suspirantes se las han arreglado para brincarse las trancas. Eso nos habla de una clase política que no respeta ni siquiera las leyes que ella misma fragua. Y si así se portan antes de sentarse en la silla, no quiero ni pensar en cómo se portarán después.







El Torri, de regreso


Hace unas semanas el Icocult, dirigido por Sofía García Camil, y el Programa Cultural Tierra Adentro, dirigido por Mónica Nepote, lanzaron la convocatoria para el Premio Nacional de Cuento Joven Julio Torri. La fecha límite para enviar los trabajos y participar es el 11 de mayo de 2012. El premio son 70 mil pesos y la publicación del libro. El relanzamiento del premio, cuya desaparición lamentábamos muchos, es una muy buena noticia y una iniciativa que merece ser reconocida.




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